El presupuesto

Itzi De la Rosa
19 agosto 2021

El éxito administrativo era posible, también, porque se producía un manejo presupuestario y financiero del más alto nivel. No en vano el alcalde Febres Cordero había buscado y encontrado a profesionales muy bien calificados, de probada honestidad y honradez, para que bajo su dirección y de la corporación realizaran el mejor trabajo. Dentro del objetivo municipal -aunque suene vanidoso- no åhabía espacio para fallar en ninguna de las materias, menos en ésta, por ser tan delicada.

Tiene que, inexcusablemente, recordarse las cifras del presupuesto municipal aprobado para el año 1992 y que, por lo que sucedía, metían miedo: “40.000 millones de sucres en ingresos que no existen; 40.000 millones de sucres en egresos que sí existen, porque se los llevan los trabajadores; 40.000 millones de sucres que se han ido exclusivamente en roles municipales, en robo y a los bolsillos de inspectores, jefes departamentales y las personas que todos conocemos”.

Pero, no se “podía llorar sobre la leche derramada” sino ponerse a trabajar, sin desmayo, y así se lo hizo, lo cual explica cómo las medidas adoptadas, entre otras, la actualización del catastro, la eliminación del municipio paralelo, el correcto cobro del impuesto predial urbano, etc., arrojara que solo en un año los ingresos mejoraran en el orden del 400 por ciento, y que el crecimiento promedio anual no sea inferior al 30 por ciento. A diferencia, si no de todos, pero sí de casi todos, el municipio aprobaba oportunamente su presupuesto y lo ponía en manos del Consejo Nacional de Desarrollo, para su aprobación, como mandaba la Ley de Régimen Municipal.

Se financió con el aporte de los contribuyentes residentes en la ciudad y las asignaciones que por ley debía entregar el gobierno central. 


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