Corría el año de 1821 cuando José Joaquín de Olmedo propone a la Junta Provisoria, de la entonces Provincia Libre de Guayaquil, un decreto que publica “El Patriota”, en su edición del 13 de octubre, cuyo texto decía: “1.- El día 9 de Octubre será para siempre feriado en toda la Provincia. 2.- Para evocar la memoria de este gran día, se elevará en el muelle de la ciudad, una columna que llevará en el pedestal esta inscripción: Aurora del 9 de Octubre de 1820”.
Recogiendo esta propuesta de Olmedo, el proyecto hace realidad este sueño inmortal, construyendo, luego de 179 años el obelisco que propuso en 1821. “La columna será de mármol translúcido e iluminada interiormente -expresa la memoria descriptiva del proyecto- y emergerá de un estanque de agua rodeado por las antiguas escalinatas del Mercado de la Orilla”.
“Al momento de iluminar este simbólico monumento, que recuerda a los padres de nuestra ciudad, lo he hecho no como vuestro alcalde, sino como un guayaquileño más; lo he hecho conmovido por la emoción cívica de cumplir el deseo de nuestros mayores, lo he hecho en nombre de todos ustedes guayaquileños, pensando en nuestra querida ciudad, que ha conquistado a fuerza de trabajo, sacrificio y decisión, la divisa que hace siglos le otorgara el Rey de España de ‘Muy noble y muy leal’… Que la Aurora Gloriosa sea siempre el fanal que guíe los pasos de nuestra ciudad, de los guayaquileños y del país. Porque nuestra ciudad entrega esta obra a Guayaquil y consecuentemente al Ecuador, como expresión de la unidad nacional”.
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