El León Febres-Cordero que conocí y del que aprendí.

Xavier Neira Menéndez

ANTECEDENTES

Por esas singulares e inescrutables cosas que tiene la vida, el 15 de diciembre del 2008, coincidieron la lamentable muerte del ex-Presidente y ex-Alcalde León Febres- Cordero Ribadeneyra, y la publicación de mi artículo semanal que aparece los lunes en el diario capitalino HOY. En esa ocasión, el artículo, titulado “El poder de las ideas” era un homenaje a su egregia figura, pues pretendía resumir lo que -en mi opinión significaba la trayectoria de vida de León, un ser humano excepcional que, habiendo sido estudiante ejemplar, profesional exitoso y empresario plenamente realizado, decidió entrar en la espesa selva de la política ecuatoriana, y estrenarse como Senador funcional por las industrias de la Costa cuando frisaba los 35 años de edad. León murió a los 77 años.

La vida me deparó el privilegio de haberlo conocido cuando coincidimos en un vuelo de Quito a Guayaquil en 1966. Me tocó sentarme junto a él. León era para entonces, y no muy sociable. Luego de saludarlo, le entablé conversación y el viaje se hizo fugaz. Como estudiante universitario asistí en Quito a un Congreso estudiantil. Jamás imaginé que 10 años después (1976) yo sería parte de su equipo de colaboradores como Director Técnico de la Cámara de Industrias de Guayaquil, y posteriormente, asesor del grupo empresarial que él dirigía como parte del conglomerado de empresas de Don Luis A. Noboa Naranjo. León era entonces, el empresario metido a político. Como Asambleísta Constituyente y luego Senador funcional, comenzó a vivir las peripecias de la vida pública, y aportó con su conocimiento y experiencia, sus ideas para cristalizar la compleja tarea de legislar y fiscalizar, desde su visión de industrial y sumergirse en la macro política nacional. Sus inquietudes por contribuir a la solución de los problemas nacionales lo fueron empujando poco a poco a la política partidista (fue legislador funcional en dos períodos, y luego se afilió al PSC en 1978) hasta convertirse en el zoon politikon por excelencia.

Y su fecunda existencia todo el país la recuerda: unos admirándolo, otros reprochándolo, pero todos admirados de la extraordinaria vitalidad de un hombre como León que había alcanzado el poder político y lo había mantenido como líder indiscutible. Por la fortaleza de sus ideas, por el vigor personal que le imponía su vida, con la visión de estadista que fue, se afilió a un partido político virtualmente moribundo y con singular vehemencia logró ubicarlo con la ayuda de muchos ecuatorianos como el primer partido político del Ecuador durante largo tiempo. Como lo he dicho muchas veces, por esas paradojas de la vida su gran fortaleza política terminó siendo, al expirar su existencia, su mayor debilidad. ¿Cómo explicar esta aparente contradicción? Solo por el negativo sentimiento anti-partidista que se fue incubando en el país a raíz de grandes e imperdonables errores de la dirigencia política en ciertos partidos, agravados por la crítica generalizada que la propia prensa estimuló y extrapoló con el paso del tiempo, satanizando la política y censurando casi diaria e indiscriminadamente a los partidos por lo cual nuevas figuras de jóvenes que pudieron surgir, prefirieron abstenerse de hacerlo. Aquello dio lugar a la involución política del Ecuador que, como punto de ruptura, o mas bien, como crisis de ruptura se hizo presente el año 1996, cuando los ecuatorianos pudiendo escoger al mejor Presidente de la República entre varias opciones de primera línea que entonces existían, escogió al que, sin duda alguna, resultó el peor de todos. Solo duró seis meses. Ese quiebre institucional fue el antecedente de lo que luego vivimos.

Definir los rasgos de una personalidad multifacética como la de León Febres-Cordero, es realmente difícil. Como todo ser humano, era un hombre de cualidades y defectos. Tenía grandes cualidades como templanza, carácter, visión, claridad de pensamiento, coherencia y autenticidad. Pero su personalidad arrolladora infundió temor y miedo en ciertos grupos económicos que soterrada o abiertamente lo combatieron, en razón de la perseverante acción política que lo caracterizo. Aunque algunos lo duden. León fue un hombre de personalidad muy fuerte pero de criterio muy amplio. No imponía por imponer. Gustaba escuchar puntos de vista discrepantes y trataba de ser justo en sus decisiones.

EL PODER DE SUS IDEAS

En homenaje a su memoria creo que hay un elemento que puede servir de pivote a un ejercicio intelectual sobre semejante personaje: el poder de sus ideas. León fue siempre un ser humano especial: en su hogar, en sus hobbies, en su trabajo como agricultor, ganadero, comerciante, industrial, como dirigente empresarial y, evidentemente como político. Durante más de 4 décadas tuvo una vida pública activa. Jamás pasó desapercibido. Predicó el Sistema Económico de Mercado. Fue un autodidacta estudiando a profundidad el origen y desarrollo de las ideologías políticas hasta que se convenció que la economía social de mercado que propugnaba el científico alemán Alfred Muller-Armack, real y verdadero artífice de la reconstrucción de Alemania luego de la segunda guerra mundial, era el modelo que prevalecería en el mundo. En ese sentido, como en otros, fue un visionario. Lejos de extremismos malsanos enarboló sin ambages, la bandera de un capitalismo moderno, de hondo sentido humano, que lo practicó desde su época de empresario y que lo logró incorporar -con su consabida fogosidad- no solo en el ideario del Partido Social Cristiano del Ecuador a raíz de su afiliación, sino a la propia Constitución Política del Ecuador de 1998 (artículo 244), por primera vez en la historia republicana. La economía social de mercado a contrapelo del intervencionismo del Estado en actividades que le son ajenas, es aquella que postula al ser humano como principió y fin de la sociedad, donde el Estado existe para coordinar la convivencia humana, para crear el entorno favorable para que la gente desarrolle sus potencialidades, y para regular y estimular la competencia, sancionando drásticamente los abusos de quienes pretenden arbitrarios lucras. Es el modelo que busca satisfacer el mayor número de necesidades humanas al menor costo posible y en el menor tiempo posible.

León Febres-Cordero, al predicar su ideología, buscaba transformaciones sin revolución, justicia sin violencia, trabajo son esclavitud, educación sin sectarismos, descentralización sin regionalismos, e igualdad de oportunidades para todos los ecuatorianos. Ese era su credo. Curiosa y coincidentemente es el mismo modelo económico que han aplicado, en mayor o menor grado, países exitosos como los tigres del sudeste asiático , desde hace medio siglo, la España de Felipe Gonzáles, y de J. María Aznar, Chile desde hace más de 20 años, Costa Rica, y más recientemente Brasil, Perú, Uruguay y Colombia. Sean gobiernos de izquierda o de derecha, en esos países se optó por la racionalidad y la eficiencia económica. Los resultados están a la vista pues su aplicación ha permitido disminuir significativamente la pobreza.

Luego de obtener su título profesional en EE.UU., León fue un joven profesor de la Escuela Superior Politécnica del Litoral, fue el afiliado número 1 al Colegio de Ingenieros Mecánicos del Ecuador. Ejerció su profesión libremente, prestó servicios en la Empresa Eléctrica del Ecuador, y luego engrosó a la dirigencia empresarial. Fue importante Ejecutivo del Grupo Noboa, fue miembro del Consejo Directivo de la Cámara de Industrias de Guayaquil, y luego su Presidente varios períodos. Como tal, ejerció la Presidencia de la Asociación de Industriales Latinoamericanos (AILA) en Hasta que abrazó la carrera política. Sin duda, la diligencia gremial lo forjó en la lucha y dejó una marca indeleble en su accionar pues jamás rehuyó responsabilidades.

LA POLÍTICA EN EL LEGISLATIVO Y EN EL EJECUTIVO

En el ámbito político se diferenció de sus adversarios por su carismática figura, por su expresión sencilla, por su hablar claro y concreto, por decir espontáneamente lo que pensaba. Una mezcla de su talento, firmeza y decisión son los que explican su gran autenticidad como ser humano. Practicaba lo que predicaba. Cuando destacó como Representante Nacional (1979-1984) desenmascarando a quienes pisotearon leyes y códigos, muchos criticaron su temperamento, otros antagonizaron con su forma de ser, algunos reprocharon su vehemencia, pero todos coincidían en que León siempre trataba de ser Justo e imparcial en la defensa de los intereses públicos, e implacable contra los corruptos, demagogos, arribistas, y farsantes que predicaban el odio social.

Esa actitud le valió el respeto de adversarios y partidarios quienes reconocían su irrevocable compromiso de servicio. Fue un llanero solitario en la legislatura. Se ganó el cariño y admiración de todos. En el campo ideológico le dio contenido a una derecha política moderna, defendiéndola con coherencia y admirable entera En ese entonces León ni soñaba ser candidato presidencial, peor Presidente de la República. Y razonaba, y entonces decía que él reunía algunas características no tan propicias que había que vencer para triunfar políticamente: ser dirigente empresarial, ser ejecutivo importante del más exitoso de los empresarios ecuatorianos (Don Luis A. Noboa Naranjo), el provenir de una familia de próceres, con abolengo social, el tener apellido compuesto, el ser dirigente gremial como Presidente de la Cámara de Industrias de Guayaquil, en varios períodos como Presidente de la Federación de Cámaras de Industrias del Ecuador, culminando su carrera empresarial, como ya lo expresé, como Presidente de AILA, realmente ponían el camino cuesta arriba. Además su autenticidad natural le impedía hacer demagogia, ofrecer lo imposible, crear expectativas en el pueblo con propuestas irrealizables. El decía que para triunfar había que querer y luego para poder hacerlo, era necesario perseverar. En una sociedad como la ecuatoriana que ha mirado siempre al éxito como sospecha, era políticamente difícil emprender una carrera, pero el poder de las ideas pudo más. Había que enfrentar eso y creer en la adversidad. Era su primer desafío. Y León tomó la decisión.

¿Qué animaba a éste hombre poco común darle un cambio tan gramático a su vida para dedicarse a la política parlamentaria defendiendo sus ideas económicas enmarcadas en el respeto a la libertad, a la propiedad, al lucro bien habido y a la igualdad de oportunidades para todos? ¿Qué lo a tomar la la decisión de dedicarse por entero a la política hacia finales de la década de los 70 cuando decidió retirarse como empresario, sacrificar su vida familiar y ser candidato a Representante Nacional por el Partido Social Cristiano? Sin duda, su inclaudicable afán de servir, y de buscar un mejor país para sus hijas, para los hijos de sus hijas, y para todos sus compatriotas.

Su capacidad de iniciativa recreó al país desde el Congreso. Demostró que “con León, sí se puede”, su consigna ganadora en la campana electoral. Por eso cuando se posesionó como Presidente Constitucional de la República el 10 de agosto de 1984, liderando una coalición multi-partidista apoyada por vastos sectores independientes, luego de haber brillado con luz propia en el mismo recinto legislativo donde asumía el poder, dijo, al iniciar su intervención:

“Esta sala de Pleno del Congreso Nacional tiene para nosotros simbolismos que van mas allá de la evocación de nuestro paso por ella, testimonio de lucha frontal que no utilizó el mandato popular para otro objetivo que no sea la defensa de sus legítimos intereses, y, fundamentalmente, para orar ante el altar de la patria, por la democracia, por la libertad, por la verdad.»

Aquí se fraguó mi ser político, aquí encontró cauce una inquietud de patria que ha llegado hoy a tan alto nivel. Aquí señalé sin temor ni favor los errores del gobernante, las violaciones de la ley, la inmoralidad que ha escandalizado a la República. Soy, pues, producto del libre juego dela democracia creo en la independencia de poderes y en la necesidad de que todos respondamos al sentir del pueblo que nos da el mandato. En este recinto cobra vida la democracia que nace de la expresión popular, se hace realidad dinámica, se agita y se concreta, sentimos el latir del corazón de la soberanía de nuestro pueblo en esta sala; por ello, al término de nuestro mandato dejaré de ser presidente, pero jamás dejaré de sentirme uno de vosotros.”

Deviene nítida la claridad de los conceptos que ya entonces lo caracterizaron como hombre profundamente analítico aunque no menos apasionado. Enfrentó durante su gobierno una tenaz y por momentos irracional oposición legislativa. Actuó siempre apegado a la constitución y leyes de la República, cumpliendo celosa y fielmente las atribuciones de las que estaba investido.

Resulta paradójico que siendo León un hombre tan conocido, y sobre todo tan popular, haya logrado que se respeten las fronteras de su vida íntima familiar, de sus hábitos, de sus costumbres, de su autoformación política. Hombre incansable. León decidió abrazar el servicio público al sentirse un ser humano empresarialmente realizado. Fue un administrador nato y por ende exitoso. Fue el ejecutivo privado mejor pagado de país. Entonces decidió emprender la carrera política. Después de tantas décadas de una organización socio-económica arcaica, que León llamaba de puro “mercantilismo mercurial” donde el sistema imperante en el Ecuador beneficiaba a unos cuantos y perjudicaba a muchos miles de compatriotas, quería devolverle protagonismo al ciudadano y a la sociedad civil. León siempre decía “Todo sacrificio por la tierra donde uno nace y sabe que va a morir, vale la pena, bajo cualquier circunstancia”.

LOGROS ECONÓMICOS DEL GOBIERNO DE LEÓN

En materia económica, la política del Estado en su administración , se inspiró en principios básicos. En materia cambiaria, por ejemplo, se adoptó una actitud realista y flexible que nos alejó definitivamente de los traumas que producen las devaluaciones monetarias. Se desincautaron las divisas para alentar las exportaciones. Las estadísticas prueban que el valor anual de las exportaciones no petrolera pasaron de 615 millones de dólares a 1.300 millones de dólares es decir más que se duplicaron tales exportaciones, no obstante la caída dramática de varios productos tradicionales de exportación, como por ejemplo, el café. En materia bananera, las exportaciones subieron de 153 millones de dólares a 300 millones de dólares, duplicándose el volumen de las exportaciones de 910 mil toneladas métricas a un millón ochocientas mil toneladas métricas. Las exportaciones de café pasaron de 75 mil toneladas métricas en 1983 a más de 100 mil toneladas métricas en el último año del gobierno de Febres-Cordero. Quedaron sentadas, además, las bases para el desarrollo de la exportación de flores que luego permitieron exportar decenas de millones de dólares adicionales y crear miles de nuevas plazas de empleo en la Sierra para desarrollar actividades agrícolas generadoras de divisas. Estas pocas cifras demuestran el indiscutible rescate de las actividades agropecuarias en dicho período. El terremoto de marzo de 1987 destruyó una parte del oleoducto transecuatoriano lo que obligó a paralizar durante 6 meses las exportaciones petroleras. Esta catástrofe unida a la reducción dramática de los precios de petróleo redujo significativamente los ingresos de la Ley de Vialidad Agropecuaria que se nutre de los recursos. Pese a ello, no se detuvo la obra pública.

Imperfecta, como toda obra humana, la acción de su gobierno ha sido ya juzgada por la historia. Centros académicos independientes de reputación internacional y organismos de investigación de la opinión pública, han catalogado al gobierno de León, como el más eficaz de los que ejercieron el poder entre 1979 y 1998. En efecto, el análisis del manejo macroeconómico de los gobiernos democráticos en dicho período, efectuado por dichos Centros Académicos Internacionales, arrojó los siguientes resultados:

Como resultado del examen arriba descrito, el ranking técnico elaborado por analistas independientes, nos ofreció los siguientes indicadores:

Pocos días antes de morir, a propósito del sesgado informe elaborado por la Comisión Auditora de la Deuda Pública, que examinó los entretelones de la deuda ecuatoriana, el ex-Presidente Febres-Cordero, sin que medie obligación legal alguna, publicó en Diario El Universo de Guayaquil un amplio resumen del programa económico aplicado durante su gobierno, con sus objetivos y los logros obtenidos. Debe ser el único caso en la historia republicana del Ecuador en el que un Presidente elegido por el pueblo, recuerda, 25 años después de haber ejercido el poder, los resultados de la estrategia económica que aplicó.

Fue un auténtico legado político y una verdadera rendición de cuentas, en contraste con las folklóricas y aparatosas presentaciones que hoy tenemos que padecer los ecuatorianos, en las cansinas y repetitivas cadenas nacionales con las que se hipnotiza a los incautos.

En materia de endeudamiento externo se renegoció la deuda externa y el Ecuador volvió a ser considerado como sujeto de crédito internacional. Las contrataciones del gobierno se formalizaron en condiciones blandas, con plazos superiores a los 15 años, con períodos de gracia para el pago del capital, de por lo menos 4 años, y con una tasa de interés promedio del 7%, excelente tasa para la época. Se logró, además, la renegociación de la deuda comercial, obteniéndose la singular distinción de ser, a esa fecha, el primero y único país del mundo en formalizar un acuerdo de refinanciamiento plurianual con los gobiernos del llamado Club de París.

LOGROS SOCIALES DEL GOBIERNO DE LEÓN

Uno de los Programas bandera del gobierno de León fue el Plan Techo. Su resultado: 103 mil nuevas soluciones de viviendas que significó, entonces, un verdadero paliativo a la solución del problema habitacional para cientos de miles de ecuatorianos. El Presidente Febres-Cordero -sin melosos alardes verbales- siempre sostuvo que disponer de una vivienda digna constituye uno de los derechos humanos fundamentales. Durante los 21 años previos a su administración (desde 1963 hasta 1984) la entonces llamada Junta Nacional de la Vivienda y el Banco Ecuatoriano de la Vivienda levantaron 61.814 viviendas en todo el país, mientras a lo largo del mismo período, la población se duplicó en el Ecuador al pasar de 4.8 millones a 9.1 millones de habitantes. Al cabo de 4 años de gobierno, el Presidente Febres-Cordero construyó 41.186 soluciones de viviendas más que las construidas durante los 21 años anteriores. El promedio de cada año completo de la Administración Febres-Cordero significaron la construcción de más de 25 mil unidades adicionales por año, es decir 9 veces mas que el promedio anual de los últimos 21 años previos a su gobierno. Al asumir el mando Febres-Cordero declaró que el objetivo inicial del Plan Techo era crear 30 mil soluciones habitacionales por año. Puede afirmarse que cumplió con más del 85% de su compromiso, pese a las dificultades económicas sobrevivientes. A pesar de ello, no se superó entonces el déficit total de viviendas. Y Febres-Cordero jamás ofreció hacerlo, porque la magnitud es tan grande que se requiere que muchos gobiernos trabajen sucesiva y eficientemente para resolver el problema. Algún momento -y éste aunque tardío, lo es- tenía que recordarse esta tarea titánica que León emprendió y cuyos resultados fueron positivos, pese a las penurias económicas de esa época.

De los más importantes logros de su gobierno, quiero rescatar el efectivo combate a la escalada terrorista que asoló el Ecuador. Siendo la seguridad una pre-condición para el desarrollo, derrotar a la anarquía guerrillera -y lo logró- con vigor y coraje, en especial a Alfaro Vive Carajo y Montoneros Patria Libre, grupos sediciosos que hoy pasean su impunidad con la venia del gobierno, se volvió prioridad nacional. La preservación de la paz social prevaleció para tranquilidad de la familia ecuatoriana.

El terrorismo y, su aliado inseparable el narcotráfico, se han convertido desde hace muchos años en uno de los mayores sociales. Al asumir el poder, el Presidente Febres-Cordero tomó la decisión política de combatirlos frontalmente en defensa no solo del Estado Ecuatoriano sino de la sociedad en su conjunto. La evidencia irrebatible de los hechos comprueban que esa consigna se cumplió cabalmente. Sería injusto atribuirlo a un triunfo individual del jefe del Estado. Se lo logró también gracias al tesonero esfuerzo de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas, a quienes se los capacitó y se les proveyó del material necesario para esta lucha sin cuartel. Al final de su gobierno, el Presidente Febres-Cordero proclamó que el Ecuador estaba libre de producción de coca, y logró que fuéramos reconocidos como uno de los países con mayor éxito en el combate al narcotráfico. En cuanto a la subversión, había entonces terroristas entrenados en el exterior, con financiamiento desde Libia. Había que dar todo el apoyo posible a la fuerza pública y dotarla de los medios y de la capacitación técnica que exigían las duras circunstancias.

Febres-Cordero empeñó su palabra de que hasta el último día de su mandato presidencial lucharía contra el terrorismo y el narcotráfico. Fiel a su compromiso, cumplió a cabalidad el ofrecimiento que luego de casi un cuarto de siglo de haber concluido su gobierno, el país aun recuerda con gratitud ese trabajo tesonero que significó preservar la paz, la seguridad y la soberanía del Estado.

Hoy, explotando la frágil memoria colectiva se pretende deformar la historia y presentar como víctimas a los terroristas que sembraron el caos y la violencia, y que sin rubor emprendieron la lucha armada contra un gobierno democráticamente elegido por el pueblo.

Otro de los programas bandera en política social por la voluntad irrevocablemente humanista del gobierno de León, constituyó el sector salud. Bajo la inspiradora y abnegada conducción de la Primera Dama de la Nación, doña Eugenia Cordovez Pontón se desarrollaron programas para atención médica gratuita a menores de edad, para equipamiento y construcción de hospitales, dispensarios, y centros de salud, para los programas de medicina barata y de genéricos, para prevenir epidemias, todo lo cual constituyó un soporte que ni el paso del tiempo lo logra borrar. Tres fueron los programas exigidos por un elemental principio de justicia social: la prevención de las enfermedades infantiles; los medicamentos gratuitos para los niños; y, la medicina genérica, barata pero eficaz para que los ecuatorianos tengan total acceso a ella.

En materia de prevención de enfermedades infantiles, el programa PREMI constituyó una cruzada de amor y confraternidad, que recorrió el territorio ecuatoriano encabezada por la Primera Dama de la Nación y que recibió no solo el agradecimiento del pueblo ecuatoriano sino el reconocimiento internacional, floreciendo así la esperanzadora realidad de cientos de miles de infantes salvados de las garras de la enfermedad y de la muerte.

LA ALCALDÍA DE GUAYAQUIL

Asumir la Alcaldía en las condiciones en que se encontraba Guayaquil en 1992, fue tarea titánica. Puesto a prueba por la historia, León Febres-Cordero realizó una obra majestuosa que solo fue posible gracias a su capacidad de convocatoria y a su liderazgo político. Se inteligenció de lo que sería su labor como Alcalde. Se volvió un lector compulsivo. Los concejales fueron eso, Concejales, dedicados a sus específicas funciones, sin ninguna injerencia en la Administración diaria de la ciudad El piponazgo desapareció. Reorganizó integralmente al Municipio, lo despolitizó, lo volvió sujeto de crédito después de varias décadas, inició el proceso de legalización de tierras con 250.000 familias censadas y 80.000 títulos de propiedad entregados hasta el año 2000, para hacer dueños a miles de guayaquileños que no lo poseían, reorganizó la recolección de basura y emprendió en macro obras (pasos a desnivel, obras viales, puentes, túneles, etc.) que han marcado el renacimiento de la ciudad. Y como colofón, el majestuoso Malecón 2000, icono del progreso. En lo personal, y lleno de sabiduría, la Alcaldía humanizó mucho más a León.

Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que sus fecundas administraciones municipales inmortalizaron políticamente a León Febres-Cordero R., al marcar Guayaquil un antes y un después de su magna obra, pero sobre todo hay un intangible que es difícil de cuantificar: haberle devuelto la dignidad a la ciudad, haber recuperado los guayaquileños la auto-estima, revalorizando el civismo y el amor que todos le debemos a la patria chica, y haber trasmitido a sus conciudadanos el mismo temple y valor de quienes nos dieron la libertad. Eso es lo más encomiable de todo.
A manera de epitafio, reproduzco un pensamiento expresado por León, en el ocaso de su vida:

“Mi patria y mi ciudad bien valen la pena y el sacrificio realizado y ustedes saben que, al entregarles mi corazón, apasionado y firme, les he estado entregando mi vida”.

Y así fue. La satisfacción del deber cumplido le deparó muchas alegrías, pero le concitó -como hombre superior que trascendió- muchos odios. Después de todo, León Febres-Cordero fue el único Presidente guayaquileño elegido por el pueblo que, desde 1925, terminó su período constitucional. Y las envidias no perdonan. Afloran… aún después de muerto, como lo hemos escuchado y leído varias veces.

Guayaquil, 15 Noviembre, 2010

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